La esclava de marfil by Almudena de Arteaga

La esclava de marfil by Almudena de Arteaga

autor:Almudena de Arteaga [Arteaga, Almudena de]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2005-01-01T05:00:00+00:00


Capítulo 11

LA NIÑA QUE LLORA

LODWAR

2 DE FEBRERO DE 2004

Aquel año la acumulación de precipitaciones durante la breve estación de las lluvias había creado grandes diferencias en toda Kenia. Las apreciamos sobrevolando el valle del Rift. En la mayoría de las áreas meridionales, costeras y centrales del país vivían tiempos de sequía con relación a otros años, mientras que el pluviómetro quiso llevar la contraria bendiciendo con la abundancia de humedad aquellos secarrales cercanos a Turkana. Prueba evidente de ello era que las aletargadas semillas germinaban coloreando de verde los pastos.

Mientras la destartalada avioneta aterrizaba en la pequeña pista del aeropuerto de Lodwar, mi memoria rescataba del olvido una frase de Edgar Allan Poe: «Quien sueña de día conoce muchas cosas que se le escapan a quien sólo sueña de noche».

Junto al hangar que hacía las veces de terminal del aeropuerto aguardaba un hombre enjuto y delgado en un coche polvoriento. En cuanto pusimos pie en tierra le tendió la mano a Richard. Aún nos quedaban unos ciento cuarenta kilómetros por recorrer antes de llegar a la misión de Nariokotome, y si no queríamos que nos sorprendiese la noche debíamos partir de inmediato.

Así lo intentamos sin mucho éxito, pues tuvimos que sufrir las habituales horas de retraso para llenar el depósito de gasolina en la única y saturada estación de servicio que existía en la ciudad.

Precavidos, compramos dos bidones más de treinta litros cada uno para repostar durante el trayecto. Además, llenamos el maletero con algunos alimentos y agua para una semana.

Durante las largas horas de transitar por agrestes senderos pensaba en silencio en el hombre que guiaba mis pasos. Tenía miedo a iniciar otra relación, miedo a enamorarme y perder la independencia que tanto me había costado recuperar después de mi fracaso matrimonial.

Desde atrás admiraba su joven perfil. La papada aún no le asomaba y las únicas arrugas que surcaban su rostro eran producto de la deshidratación de una piel curtida por el sol y los gestos naturales. Pero pensándolo bien… ¿por qué no? Al fin y al cabo, podía hacer un paréntesis en mi vida. Lo que era cierto es que el miedo a ser herida de nuevo en mi orgullo y sentimientos me había encerrado en una concha tan calcificada que a punto estaba de fosilizarse.

¿Qué fue de la Carmen pasional? ¿Qué pasó con aquella adolescente ingenua que vivía la vida al instante sin reparar en las consecuencias que pudiesen surgir de un impulso alocado? Aquel hombre me atraía irremisiblemente. Cada vez que se acercaba a menos de dos metros de mi lado, oía su voz en el teléfono o recibía un mensaje de su puño y letra, mi corazón bombeaba acelerado y la sangre fluía por mis venas vertiginosamente hasta excitar todos los rincones de mi cuerpo.

¡Qué más daba! Estaba en África y una inyección de arrojo no me vendría mal para reactivar mis anquilosados sentimientos. Ansiaba fundirme con la naturaleza, y su llamada me atraía como nunca nada me atrajo tanto antes. Quebrar los sueños nunca es bueno.



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